La casa del sol de Le Corbusier
Casa de Le Corbusier para sus padres en el lago Lemán
Hace unos años cuando era estudiante, oí hablar de esta casa en una de las clases de los últimos cursos de carrera. Mi interés por ella fue tal, que rápidamente me compré el pequeño y maravilloso libro que sobre ella existe y que, a modo de cuento ilustrado, escribió el propio Le Corbusier años más tarde.


La casa, sencilla y modesta, se ubica en el borde norte del lago Lemán en Suiza. Fue construida por Le Corbusier en 1925, junto a su primo Pierre Jeanneret, a la edad de 38 años para residencia de sus padres. Desgraciadamente quien realmente la vivió fue su madre, ya que su padre falleció al año después de estrenarla.
Encontrar aquel lugar no fue fácil. Después de una búsqueda intensa, aquel solar apareció a los pies de las colinas, justo a orillas de aquel lago suizo. La descripción que de esa escena hace el autor, tiene tintes heroicos en el croquis que a mano alzada describe el idílico momento.


Dentro de la casa una gran ventana de once metros de anchura celebra ese encuentro y enmarca la vista panorámica del tranquilo y horizontal lago Lemán, con las montañas al fondo de la escena. La vida de sus habitantes gira en torno a esa vista del lago. El enlace entre casa y entorno parece tan intenso, que realmente es difícil imaginarla en cualquier otro lugar. Por otro lado, y como en las buenas jugadas de mus, la casa guarda también otras intenciones menos aparentes:
“En uno de sus extremos, una claraboya oblicua
recibe el sol naciente; luego éste gira todo el día por delante” Le Corbusier
Una casa pequeña, Le Corbusier


No es difícil imaginarse a sus padres sentados en una mesa, desayunando, acompañados por un buen croissant y zumo de naranja, mientas esos rayos de primera hora del día se cuelan en oblicuo por la ventana alta de la estancia hacia la mesa del salón. Después, minutos más tarde, con el giro del sol hacia el sur y su entrada a lo largo de la gran ventana de once metros, la vida en la casa se activaría sola como se activa alguien al abrir los párpados o al subir la persiana de la habitación tras las horas de oscuridad nocturna.
Uno de los aspectos que más sorprende de esta casa, que según el propio Le Corbusier fue declarada “crimen de lesa naturaleza” por el Consejo Municipal de una comuna vecina, es el contraste entre los escasos recursos con que está construida y sus ambiciosas aspiraciones. Una vivienda que a pesar de haber sido levantada con austeros “ladrillos huecos de hormigón”, aspiraba a conquistar el “sol, espacio y verde” del entorno. En este sentido, así describía el propio Le Corbusier la figura de su madre en la casa años más tarde:
“A sus 91 años, Maria Carlota Amelia Jeanneret Perrer reina sobre el sol,
la luna, los montes, el lago y el hogar, rodeada por la
afectuosa admiración de sus hijos.
10 de septiembre de 1951” Le Corbusier
Una casa pequeña, Le Corbusier
